El otro día iba dando un paseo por la Puerta del Sol de Madrid cuando ví uno de esos espectáculos de break-dance, un baile de hip hop callejero. Me acerqué, ya que siempre me han interesado ese tipo de actos culturales semi-espontáneos. Lo cierto es que los integrantes del grupo tenían arte y talla profesional más que suficientes como para encandilar a los presentes y cosechar los merecidos aplausos y propinas del público. Giros con la cabeza en el suelo a modo de peonzas humanas, el pino con un solo brazo, volteretas, interacciones con el público y todo tipo de giros imposibles que estaban conformando un espectáculo, en mi humilde opinión, sobresaliente.
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Momento en el que la policía interrumpe el baile |
Lamentablemente todo lo bonito se termina, y el show de breakdance no fue una excepción. Sin previo aviso, en medio del corro formado alrededor de los artistas, una pareja motorizada de policías municipales hizo acto de presencia (no te lo perdonaré jamás Carmena). Inmediatamente, el cómodo ambiente generado entre los allí reunidos se tornó enrarecido y crispado.
Las familias, antes risueñas y divertidas se empezaron a alejar de allí con cierto recelo (no fuera a ser que hubiera problemas). También se marcharon los turistas, las parejitas, los jubilados... En un instante el miedo se impuso a la libertad de expresión y a la belleza del baile.
La ley aplastó con su bota autoritaria ese momento precioso, dejando claro que la calle no es de todos. La calle no es de los artistas sin licencia oficial, ni de los viandantes curiosos que observan sus espectáculos. Tampoco es de los manifestantes incómodos que protestan sin autorización ni de los manteros africanos que venden sus mercancías en la acera. Pero la calle sí que es de las empresas multinacionales que montan sus stands de promoción en Callao en Principe Pío en Ciudad Universitaria o donde les de la gana. Ellos sí tienen licencia para ocupar el espacio público y meternos publicidad hasta en la sopa.
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Puesto publicitario de Samsung en Callao
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Y reconozco que de algo tienen que vivir toda esa gente que se dedica a pegar carteles en muros, repartir panfletos en bocas de metro y demás labores publicitarias, pero sinceramente estoy harto de andar por la calle y no ver más que anuncios (en las marquesinas de bus, en las pantallas de las fachadas, en los carteles gigantes...)
Joder ¡dejádnos vivir! y sobre todo ¡dejádnos disfrutar de los espectáculos callejeros que aportan cultura y enriquecen al pueblo!